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Vader Solitude in Madness
Discos, Reseñas

Vader “Solitude in Madness”

Vader Solitude in Madness

Vader   “Solitude in Madness”   (2020)

Piotr Wiwczarek. Él. Solo él. El alma de esta banda polaca que allá por 1990 entregó una de las demos míticas del death metal europeo. “Morbid Reich”. Gobierna con puño de hierro una formación que, eso sí, en la última década ha alcanzado por fin cierta estabilidad. Pero eso es lo de menos. No falla quien no tiene que fallar. El señor Piotr. Peter, pa l@s amig@s. Una autarquía musical con espléndidas prestaciones finales como las que se viven en irredentas formaciones como Deceased con su Kingsley Fowley o Sodom, con su Franck Blackfire (sí, vale, éste ha sido reclutado de nuevo mientras Tom Angelripper seguía a lo suyo con otros componentes. Pero a éstas alturas nadie niega que cuando el señor Blackfire toma los mandos a las guitarras, los Sodom son los que despedazan de verdad).

Quiero decir, que el señor Piotr ya es de por sí una marca de calidad o, por lo pronto, de garantía de producto satisfactorio para quien lo haya degustado antes. Tiene su sencilla hoja de ruta y se aferra a ella con la misma convicción que Vox a su sueño húmedo de acabar con la democracia en España. Piotr cimenta su imperio sonoro sobre la omnipresencia del riff y su singular voz. Nada le aparta de su camino.Para su decimosegundo álbum de estudio, la banda polaca continúa explotando la fórmula que impide que sus hordas de seguidor@s tuerzan el gesto. Duro y al mentón. Death excelentemente producido (Nuclear Blast en eso es signo de prístina calidad sonora) con variados recursos estilísticos deudores del mejor y más cabrón thrash, tanto en su vertiente europea como americana.Y grabado todo en Inglaterra. Como en sus inicios. Bien. Otro aplauso junto a la recuperación de su logo primigenio hace unos años.

Hechas las presentaciones, el aquelarre sonoro en esta nueva entrega se abre con “Shock and Awe”. Aquí no hay entrante que valga para el menú. Es un saludo de  Piotr que te quiere decir con una amplia sonrisa “hola, voy a machacarte desde el minuto 1. Disfruta. No es nada personal”. Vaya entrada descomunal, a saco, thrash salido de vueltas con puntuales blast beats como puente entre vigorosos fraseos.

Vale. Ya estamos alerta. Segundo tema. “Into Oblivion”. Ésta ya te la esperas por ser uno de los adelantos del nuevo plástico. Aquí el death pide la vez y, señorías, genuflexión ante la asesina carga de riffs fluidos. Y ese estribillo que da título al tema que repetirás como un condenado mentalmente mientras te tomas tu vasito de leche antes de irte a la camita y soñar con Satanás.

Tercera ronda de riffs bajo el titulo “Despair”. Tema repescado de su reciente ep del año pasado. Pero nos da igual. Llegado a este punto te das cuenta de que James Stewart es un portento de la naturaleza a las baquetas que puede con todo (debe hacerse pajas mientras prepara a la vez sus tostadas para el desayuno, y sin despeinarse, oyes). Lo peor de este tema, sinceramente, es que apenas supera el puto minuto de duración. Te altera el alma con su ADN thrash slayerístico y se va como ha venido el cabrón. Un suspiro, un pedo sostenido en mi menor.

“Incineration of the Gods” es uno de mis temas preferidos. Todo el tronío de apertura de nuevo para James a la batera, secuencia mayúscula de riffs y, espectacular cambio de ritmo antes de que la contrapúa desatada haga su trabajo. Lo mejor es que ésta banda polaca sustenta su thrash en una clara reverencia por los patrones clásicos metaleros, con lo cual tu bienestar cervical se jode pero con gracia, con placer ante semejante gancho. Ah, sí, esos solos. Sí. Kerry King debe sonreir al oírlos. Con razón. (Kerry, una cosa,no te enfades, pero el patrón que siguen da tufo a lo tuyo, pero más definido, jajajaja).

“Sanctification denied” baja el pistón considerablemente. Es de esos medios tiempos que la formación practicaba antaño, sobre todo con formaciones anteriores a ésta de la última década, más entregada sin disimulo a darle zapatilla y mirar a los demás mortales por el retrovisor.

Y tras ese ligero descanso, fuera kit kat. “And Satan wept” te despista en sus primeros 30 segundos para después quebrarte con ese riff que ya te anuncia que se barrunta tormenta thrash sonora. Joder, es de esos temas que siempre uno quiere tocar en una banda. Y encima con juego apoteósico de cortas diabluras a las seis cuerdas. No se queda ahí el tema porque hay dinámicas fluctuaciones de riffeos. Un absoluto deleite. Y Stewart lo remata al final con un sacrosanto blast beat. Imposible añadir o quitar algo a esto. Ya está.

“Emptiness” es la otra tonada recuperada de su último ep. Tira de épica heavy. Venga melenas (o calvas perilleras) al viento!!. Si es que Piotr reverencia el metal clásico en cuanto le dejan. Mola la progresión in crescendo con los solos salteados mutando hacia una lentitud incómoda, amenazante, arrastrada al final. Heavies ahí, claro que sí. Más que una lluvia de hachas. Y punto.

“Final declaration” no juega al despiste. El pistón acelera y el barco se mueve. Hal en el bajo condimenta muy bien la oferta y Spider a la otra guitarra sobrelleva junto a Piotr el duelo guitarrero con exquisitez. Clase. Esto es una irredenta oda al true metal que siempre hemos amado.

“Dancing in the slaughterhouse” es una constante en Piotr. Marcarse alguna versión de alguna banda que considera importante en su bagage musical. En este caso de sus compatriotas crossoveros Acid Drinkers. Mejoran en este caso el tema original. Jajajajajajaja. Cabalgada thrash. Qué gusto tiene este Piotr con los homenajes (Protector, Judas Priest, Motorhead….).

Y tras el citado homenaje, “Stigma of Divinity”. Fastuosa gema de death metal. Una de las epítetas obras maestras de este redondo. El alarde técnico en las rítmicas y el lacerado punteo para finalizar el tema es pa quitarse el sombrero y dejarte extasiado frente al espejo en plena air guitar.

Y este nuevo episodio de violencia metalera polaca se cierra con “Bones”. Aquí enfundan la pistola y se ponen molones heavymetaleros a medio tiempo para acabar como una apisonadora en onda thrash, compacta como la erección de un adolescente viendo porno.

Me he enrollado un poco. En fin. Con mis Vader es inevitable. Este plástico no tiene el nivel de agresión sonora de un “De profundis” o “Litany”, la mística casi sinfónica de un “Impressions in blood”, o los apabullantes destellos melódicos del más reciente “Tibi et Igni”. Pero, en realidad, si os fijáis bien, condensa aquí un poco de todo ello. Lo que lo encumbra por encima de muchas bandas del género, como es habitual.

Otra contumaz demostración de la fe ciega de estos polacos en su particular pavoneo metalero para deleite de la parroquia más true. Gancho y a la lona. En poco más de media hora. Son Vader. Estabas avisad@, no?. Anda, dale al play de nuevo. Quieres más. Y lo sabes.

 

Javi Serrano

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