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Vomitory Portada Nuevo disco
Discos, Reseñas

Vomitory «All Heads Are Gonna Roll»

Vomitory Portada Nuevo disco
Vomitory «All Heads Are Gonna Roll»

Se reunieron, se miraron a los ojos en el local de ensayo, instrumento en mano… y reconectaron bajo su perenne concepto abrasivo del death metal. Lo confirmaron mediante un tanteo con un corto ramillete de nuevas creaciones y una cosa llevó a la otra. Tanto que en abril liberaban su primer adelanto, el de título homónimo al disco, “All heads are gonna roll”. Buscadme un título más certero para un retorno tan ansiado en el underground extremo, por favor. Ya os digo que os llevará tiempo. Es una fornida y cristalina declaración de intenciones.

 

Y aquí estamos, la bestia que dormitaba (discográficamente desde hace 12 años) ha despertado de su letargo para decapitarnos entre alaridos de placer. Vomitory confirma su resurrección con un artefacto cargado de fuerza y con la mano bien abierta para repartir mandobles a todo aquel que ose interponerse en su camino. Estos bestias pardas de Estocolmo ya vieron en 2019 que la máquina estaba engrasada tras su reunión para celebrar una gira en base a su trigésimo aniversario como banda. Casi nada. Al alcance de pocos (aunque antes, en el 2017, actuaron puntualmente en el Summer Breeze). El caso es que si Vomitory tiene derecho a algo es a enarbolar la bandera de la perseverancia. Poco dados a circos mediáticos, ellos (me váis a disculpar el símil futbolístico) nutren su leyenda deather hablando en el terreno de juego. El estudio de grabación y sus devastadores directos. Sin grandes alharacas. Tocan, dejan ojiplática a la parroquia y se piran. Hasta la siguiente, baby.

 

Vomitory tiene en su haber un legado musical asesino que tira de espaldas y es reverenciado. Y todo a pesar de que aterrizaron en la escena relativamente tarde, a mediados de los 90 (aunque sus demos fueron anteriores), con aquel ya lejano “Raped in the own blood”. Le siguieron icónicos trabajos como los aclamados “Revelation Nausea”, “Redemption” o “Blood rapture”, para acabar redondeando su andadura con el ambicioso “Opus Mortis VIII” que,  con un mayor empaque groovero, cerraba el círculo de manera gloriosa y sin concesión alguna a la industria. Algo meritorio si además tenemos en cuenta que en la formación se han dado una serie de cambios, algo normal en un periplo tan dilatado por los escenarios.

Y llegamos ahora a su novena demostración de fuerza  tras doce años de silencio discográfico (aunque mientras tanto pudimos saciar nuestra sed con el proyecto Cut Up, en el que se embarcaron Rundqvist y Tobias “Tobben” Gustafsson).

 

A ver. Por favor. Vomitory. Quiénes empleen buena parte de su tiempo en buscar sonidos novedosos y barrocas combinaciones avantgarde, que no pierdan el tiempo en esto. Vale? Lo de esta gente son astracanadas musicales, inflamables recreaciones rifferas que nos embaucan irremisiblemente con un factor innovador…0. No engañan a nadie ni pretenden hacerlo. Puede haber un magma sonoro de la escuela yankee, fraseos thrasher, aceleraciones brutal death, clarísimos coqueteos grind. Es decir, casquería y podredumbre, lugares habituales de nuestro imaginario cafre. Pero magistralmente elevados a su enésima potencia gracias a su maniaca habilidad compositiva para generar temas con gancho. Aquí todo es apasionada ortodoxia destructiva. Hacen lo que les gusta oir. Punto. De hecho, esa filosofía “Do it yourself” se ha gestado a fuego lento con la autoproducción de la propia banda. Que ha contado, eso sí, con la ayuda del estudio móvil de Mats Lindström (cómo no) para distendir el proceso creativo y Rikard Löfgren en los Leon Music Studios para trabajar las voces. Siendo mezclado y masterizado finalmente por Lawrence Mackrory en los Rorysound Studios.  Y sin olvidar la aportación puntual con algunos solos de Christian Frediksson, camarada de la banda Vulkan.

Pero vamos a dejarnos de prolegómenos y centrémonos por fin en la molienda metalera que nos tienen preparada por fin estos suecos con 10 cancioncitas de “amor” en 40 minutos bajo el respaldo de Metal Blade Records y que sale al mercado este 26 de mayo. La pista fundamental la tenemos en la maravillosa portada del disco, a cargo de Giannis Nakos. Por lo comentado anteriormente.

 

El plástico se abre con el tema homónimo del disco. “All heads are gonna roll”. Tupa tupa sueco marca de la casa para rendirte a los pies desde el inicio. (El sonido de batería es muy old school en todo el metraje del disco). Cabalgada sobre riff excelso con impías intenciones y efectivo solo. Vaya carta de presentación. Lógico que fuera el single de adelanto.

“Decrowned” eleva aún más el nivel de agresión. Desde el arranque nos plantea una danza macabra sustentada en un blast beat que hasta nos retrotae al brutal death metal americano. Rundqvist ofrece puro macarreo al micro con ese pseudo amago puntual de vómito que tan bien maneja. El mamón se sabe fuerte y lo demuestra.

“Ode to the meat show” tira de doble armonía guitarrera en su inicio de índole casi oriental para desembocar en un pasaje a lo Bolt Thrower. Es un aplastamiento lento para acabar encarrilando la fórmula hacia una base rítmica d-beat con un descomunal y sencillo riffeo deather. Es uno de los temas más contemporizadores en la alocada carrera del disco. Y también un buen punto que constata lo que ya adelantó la propia banda meses atrás. Este plástico mantiene la velocidad de crucero con un especial esmero en buscar la rimbombancia en los estribillos, afinando el tiro en hacerlos coreables. Y lo logran, vaya que sí.

 

”The deepest Tomb” es una vendaval, una escabechina. Los blast beats y los trémolos categorizan una manera de entender la agresión. Se llama “Vomitory”. Ojo al parón con los parches y la línea de bajo en un punto de su desarrollo. Tan tradicional como grandilocuente. Me viene a la cabeza sulfatados recuerdos a desalmadas bandas thrasher como Sadus o los primeros Slayer. El solo es cicatero y añade macarrerío antes de descarrilar el tema tal y como empezó.

“Piece by stinking piece”. Opulencia heavy y pálpito groovero por montera. Genial la vocalización. Rundqvist no ha perdido un ápice de su proyección  y esmerada dicción vocal. Y otra vez ese renovado esfuerzo por clavarnos el estribillo de forma memorable. Otra invitación a corearlo con ellos, nen@s!!. Retirad las birras de la mesa y subiros a ella!. Headbanging para despachar a pusilánimes del lugar. Sobredosis velocista deather con un fulgurante solo guitarrístico.

Y como la cosa ha cogido ya color, ahí va el segundo single de la banda. “Raped, Strangled, Sodomized, Dead” nos aclara que el cielo aún no lo habíamos tocado con los dedos y eleva el grado festivo del plástico. De nuevo, encomiable la habilidad para tenerte a pulmón coreando su largo título. Hijos de puta. Ojo, dentro de las coordenadas de Vomitory. Maticemos. Esto no es un amable grupo de folk metal con gaitas y arreglos de cuerda. Eh?

 

“Dead Man stalking” amasa una pared sónica compacta pero serena para agasajar al oyente antes de entrar dentro del tsunami. Lo guapo es que de repente, riffeo punk con Rundqvist escupiendo desde el trono y machacando las cuerdas del bajo, pertrechando un exuberante respaldo sonoro. Es un tema que juega más con atmósferas apocalípticas hasta que hacia la mitad de su metraje el solo encumbra nociones noventeras en la forma de mantener la tensión.

 

“Disciples of the damned” retoma la senda cavernícola tras el avituallamiento que supuso el anterior track. Implacable disposición para la velocidad desbocada. Un puto manjar de obsceno impacto deather. Joder, que esto corra pero que no acabe en su puta vida!!. En el directo sembrará el mosh-pit, sin duda. Con rugido portentoso y bravío incluido. BRA-VO. Vaya manera de machacar al oyente, señores. Östlund y Gustaffson han descosido los trastes a estas alturas. Qué cosas. Los papis se sacan la chorra sin contemplaciones ante unos abrumados alumnos con la cátedra.

 

“Dead World” nos deja vislumbrar que en este punto de no retorno los Vomitory han decidido precipitar la máquina directa al muro para estrellarse con insospechado clímax metalero. Pero es que además hay un punto intermedio donde el riff incrusta épica en un tema amenazante. Cómo se acentúa el empaque groovero para contrarrestarlo con el velocista enfoque inicial para retomar las cosas donde se habían dejado. Más y más.

 

El epílogo lo pone la canción “Beg for death”. Un sonido de caza bombardero nos sobrevuela hasta que entran unos lentos acordes tamizados con reverb. Parece la habitual coda condenada a desvanecerse mientras también se desvanece nuestro alborozo después de un plástico que tan buenos momentos nos ha brindado. Acabar con un mar en calma tras la tempestad. Pero no. Cerca de los dos minutos, la bestia se levanta de nuevo y nos sacude, nos obsequia con todo un tema enmarcado en la más pura tradición cafre con un velado espíritu rock and roll (d-beat). Tal y como acostumbran también a hacer los Impaled Nazarene en ocasiones. Por ejemplo.

 

Vomitory retorna con un disco de hiperbólica rendición de cuentas con una escena que ansiaba su regreso tras 12 años sin llevarse nada nuevo a la boca. Aquí hay paletadas de buenos y sencillos riffs, de consistentes growls, de fraseos tan abyectos como pegadizos, de zarandeo impecable a los parches. El ADN de una banda cuyos miembros han militado en deidades del universo extremo como God Macabre. No hay lugar aquí para infieles al glorioso sendero del death metal más irredento. El disco rezuma pulsión creativa y sanguinolentos coágulos. Porque sí. Os lo confirmamos. Han rodado cabezas.

NOTA: 9,5/10.

 

JAVI SERRANO

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